Ninguna duda cabe que la pandemia por COVID-19 y el consecuente confinamiento han deteriorado aún más la ya maltrecha Salud Mental de los chilenos. Desgraciadamente el aislamiento social y el miedo al contagio no son las únicas causas de esta sombría situación.
La OMS, ya lo advertía hace seis años, en el documento “Los Determinantes Sociales de la Salud Mental”. En dicho texto se precisa que nuestra Salud Mental está fuertemente vinculada a los entornos sociales en que nos desenvolvemos, por lo que cuanto mayores son las desigualdades, mayor es el riesgo de enfrentarnos a un trastorno de Salud Mental.
Desgraciadamente la pandemia también ha profundizado desigualdades históricas y otras más recientes.
Con respecto a las desigualdades históricas, la brecha de género en la distribución de las tareas del hogar se ha profundizado aún más. Las mujeres están dedicando 9 horas semanales más que los hombres a labores domésticas, junto con destinar 2 horas semanales más al acompañamiento en la realización de tareas escolares (Centro de Estudios y Encuestas Longitudinales UC – julio)
Además de la mayor carga de trabajo, la tasa de desocupación femenina llegó al 11,5%, mientras que la tasa de participación laboral retrocedió más de 10 años, en el 2010 era un 47% y hoy es de 42,9%. (Encuesta Nacional de Empleo del INE, mayo)
Dentro de las desigualdades más recientes, nos encontramos con el acceso a conexión de internet. La banda ancha ha resultado fundamental, ya que permite acceder no solo al conocimiento, sino también a la vida social y familiar, a la posibilidad de construcción de redes y oportunidades de toda índole. Sin embargo, en Chile, el 75,1% de la población del segmento ABC1 tiene acceso a conexión pagada de internet, mientras que en el grupo C2C3 esa cifra baja a 46%, y en el nivel DE alcanza apenas un 24,2%. (Criteria)
En cuanto a desigualdad económica, las cifras de desempleo en Chile alcanzaron un 12,2% en el trimestre abril-junio (INE), anotando su nivel más alto en la década.
La OMS es tajante sobre la relación de Desigualdad y Salud Mental: Los países deben tomar medidas que mejoren las condiciones sociales de la vida cotidiana, comenzando antes del nacimiento.
Las iniciativas que históricamente han mostrado tener un real impacto sobre la Salud Mental tienen relación con el desarrollo de políticas generales de índole social que buscan disminuir la desigualdad durante todo el ciclo de vida, desde antes de nacer.
Existe una base de evidencia considerable y consenso científico que indica que el esfuerzo de las naciones por brindar a cada niño el mejor comienzo posible en la vida generará los mayores beneficios sociales y de Salud Mental. Para lograr esto, las iniciativas deben ser universales y proporcionales a las desventajas, de forma de nivelar el gradiente social y reducir con éxito las desigualdades.
Como país estamos viviendo un trance histórico, de cara a la Nueva Constitución, en el que tenemos -literalmente- en nuestras manos la posibilidad y responsabilidad de construir un instrumento público que permita la formulación de políticas que se traduzcan en igualdad y sostenibilidad a lo largo de toda la vida, y por ende en una mejor Salud Mental para todos los chilenos.
Dra. Claudia Barrera
Médico psiquiatra
Gerenta General de Grupo Cetep